domingo, 31 de octubre de 2010

Del mismo cocuyo

 A contraluz el cocuyo alza la voz, escribe frases exaltadas, y no se menea para dar paso a la brisa que le hincha los pulmones. Se regocija con un pedazo de la fruta, pero amasa lunas nuevas y soles maduros para servir en cazuela a su infante dichoso. Tributo la seda de sus alas y de su saya por donde los contornos, antes que las luces, demandan delirios devotos. Se arrulla los paño suaves porque envuelven cuerpos suave.

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