miércoles, 29 de septiembre de 2010

Presencia del sol




La gracia del sol se define instintivamente y no encierra más calor que un aguacero inesperado. Despunta con su aseo matinal en los vestigios de la noche previa, y sin confundirse en su trayecto sobre el día, descubre el crepúsculo a las seis en punto de la tarde. Las memorias se revelan con un grano de sal declarando que los viejos baños vespertinos, la tez aceitunada que lo admiraba sumergirse en la justicia de la mar, son el principio de su tendencia firme.



2-.

El sol gobierna el retoño de los limones nativos, pues su néctar agrio y verde, la insuficiencia o abundancia de sus jugos, se origina en el rocío que filtra por las cáscaras gloriosas del ácido. Congrega su delirio en el recuerdo de la noche en que perdí la alucinación del arrojo. Desde entonces acorralé las narices del poeta.

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