jueves, 23 de septiembre de 2010

Apuntes de Nueva York

1

Una lámpara atraviesa las calles incesantes de Nueva York porque nadie se agita hasta el punto del mareo, ni nadie expone el nombre de las cosas. Se corren y recorren las minucias de la prisa que no tocan la ternura que asomó por mi ventana. No sé decir porqué desenterré mi vacación de alfiler, ni por dónde anduve los trajines de este tren que tanto recuerda los arrojos de una flor.

Comienza el otoño en cualquier parte, posa y reposa en mi carácter, no en las canas que despuntan su racimo de edades remotas, sino en edificios y gente que traspasan las eras descubiertas y por fundarse, desde el modernismo con su invierno cruel, anticipado por el rasgo inquietante de Washington, hasta la búsqueda de las yerbas y los afanes para su sosiego. Hay rostros y lenguajes de cualquier parte, sin nombre, sin señas, pero los escondrijos recuerdan muchas ciudades en una sóla, como si se hubiera aparejado un rompecabezas encendido.





2


Falta la ternura del beso que derrama sus aguas en cascada, pero me extiende la paz donde ahora la necesito. Probé la calidez a través de un tragaluz y casi acaricié el cutis de la manzana. El beso puede reunir sudores atléticos, como los suspiros-.

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