domingo, 20 de septiembre de 2009

Gotero de letras



Aniversario de Ermilo Abreu Gómez




Por Carlos E. Bojórquez Urzaiz.



La celebración del natalicio de don Ermilo Abreu Gómez quizás sea el momento propicio para advertir, desde la luz heredada de sus ojos, que el declive cultural de los últimos años no fue suficiente para acallar la voz de Jacinto Canek, cuya figura y simbolismo reavivaron al maya definitivo que consiguió ser actor de una búsqueda literaria, antepuesta a la disociación que algunas voces oscuras deseaban provocar en Yucatán. Sin más, se trata de un emblema tan bien esculpido, tan bien tallado, que con el paso de los años Canek aprendió a trasladar sus condiciones históricas de dolor y esperanza, a una literatura que nos dio rostro y palabras propias. Poco más tarde, sin pedir permiso, irrumpió en cada uno de nosotros hasta integrarse completamente en la conciencia colectiva, donde la personalidad desbordante de Abreu Gómez vibra y se prolonga en otros escritores vivos que dan seguimiento a sus ideas iniciales, asociadas a la cultura indígena que desde la intimidad de sus sentimientos veía transitar“…viva, palpitante, infiltrándose en la cultura española que nos invadió y en la cultura mestiza que se ha producido…” razones por las cuales concluía diciendo:

“Hasta que América no logre interpretar este sentido mestizo no tendrá una expresión propia y legítima, en arte, en ideas y en conducta.”

Pero si el trabajo de la memoria es halagar los júbilos del espíritu, y sonar fuerte las campanas cuando se consuma un ideal, debemos festejar también que la historicidad de Canek y su representación poética, en varios sentidos y con muchas vicisitudes, es la biografía intrínseca de Ermilo Abreu Gómez, en la cual su entereza por librar a la cultura maya viva de sus opresores, describe pasajes de su pensamiento y obras universales, que nos provee de elementos que en conjunto ayudan a la persistencia de la identidad local, engarzada amorosamente con la orbita nacional y latinoamericana autoctonista, contrapuesta a las versiones decorativas del quehacer cultural. Alguna vez Abreu escribió acerca del emblema indígena por él fundado:

“Canek, bueno o malo, es el libro que mejor refleja mi dolor por el dolor de los humildes, de los indios de mi tierra. Si su lectura aviva la conciencia del hombre frente a la injusticia, me tendré por satisfecho…”

Para quienes como este eterno yucateco, nacido en el año de 1894, asumieron su labor de escritores como un compromiso verdadero, ante la necesidad de descubrir y descifrar el alma mexicana surgida de la Revolución de 1910, el poeta que no tuviera “…conciencia de la literatura a la que pertenece casi no es literato.” El propio Abreu Gómez aseveró que esos escritores eran apenas una especie de entes aislados, extraños en su propia patria, o lo sumo, “creadores de mitos infecundos, sin milagro, sin entraña…”

Con la reivindicación de los mayas de Yucatán como profesión de fe, don Ermilo Abreu Gómez se hizo uno de los autores imprescindibles de las letras mexicanas, y a los yucatecos nos legó con recogimiento, conciencia y voz a través de Jacinto Canek, a quien hizo decirnos en su obra fundamental, como para que nadie lo olvide jamás:

“Los blancos hicieron que estas tierras fueran extranjeras para el indio; hicieron que el indio comprara con su sangre el viento que respira. Por esto va el indio, por lo caminos que no tienen fin, seguro de que la meta, la única meta posible, la que le libra y le permite encontrar la huella perdida, está donde está la muerte.”

Quizás bajo los influjos del ideario de don Ermilo Abreu Gómez, a seis años de su sentida muerte, acaecida en el año de 1971, el inolvidable amigo Raúl Maldonado Coello lamentaba que mientras el libro Canek viajaba por el mundo traducido a varios idiomas, aquí, en su rincón natal, apenas se comenzaba a otorgar el sitio que desde hace mucho debió ocupar entre nosotros, el más universal entre nuestros connotados talentos creadores. Alojados en ese antiguo clamor formulado por el difunto editor Maldonado Coello, hace más de tres décadas, el futuro comenzó a alzarse sobre si mismo y ahora, en este presente contradictorio y difícil, las celebraciones por el natalicio de don Ermilo Abreu Gómez son, sin embargo, más radiantes, más llenas de luz, porque en la víspera el Gobierno del Estado de Yucatán, a través de la Secretaria de Educación y el Instituto de Cultura, pusieron en circulación la Biblioteca Básica de Yucatán, cuyo primer tiraje, sin precedentes, vale decirlo, con nada menos que 10,000 ejemplares, ha sido precisamente Canek, y las hermosísimas glosas del mismo autor, intituladas: Cosas de mi pueblo. Estampas de Yucatán. Ambos textos, reunidos en un bello volumen cabeceado con sus dos títulos, sin duda repoblarán la conciencia de muchísimo yucatecos, no sólo por el bajo costo o gratuidad con que se puede adquirir, sino porque las autoridades han dispuesto que esta Biblioteca Básica se infiltre en los poblados mayas, en los barrios, en las escuelas, en el vecindario humilde y en las universidades, mediante una cruzada cultural inédita, justo como aspiraba ver circular sus obras el admirado escritor don Ermilo Abreu Gómez. Y como hasta donde se sabe, la lectura es el camino más seguro a la libertad, con este homenaje y las implicaciones antes explicadas, quizás se esté comenzando a redimir a todos los yucatecos a través del libro que enalteció a quien se rebelara en el pueblo de Cisteil, hacia el año de 1761. En definitiva, ese es el germen de nuestro ser, por eso tal vez deberíamos reunirnos más seguido para hablar de Canek y de don Ermilo, como hemos hecho en esta mañana de sol. Tal vez el año próximo pudiéramos extender estos homenajes, con algún coloquio sobre su obra, y acaso editar otro de sus libros, si las circunstancias lo permiten.








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