sábado, 23 de mayo de 2009







La Caída de Martí en Dos Ríos.


Por Carlos E. Bojórquez Urzaiz.


Quizás presagiando el destino que asumiría su propia trayectoria, José Martí escribió varios años antes de su caída en Dos Ríos, el 19 de mayo de 1895: “La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida- para añadir a renglón seguido-truécase en polvo el cráneo pensador; pero viven perpetuamente y fructifican los pensamientos que en él se elaboran.” Con esa subversión lógica al sentido tradicional de la muerte que guió la vida y obra del Apóstol, la suya, por dramática que resultara, no podía ser la excepción, aunque ciertamente ese concepto tan bien descrito en el ideario de Martí, no la hizo menos trágica y doloroso entre quienes lo acompañaron durante la guerra independentista de 1895, en la manigua cubana y en las emigraciones.
Con su duelo a cuestas, los patriotas no perturbaron sus esfuerzos y continuaron peleando por el ideal independentista, quizás porque apenas unos días antes de su muerte, José Martí, confiando plenamente en la organización de la gesta que él mismo había dispuesto, a través del Partido Revolucionario Cubano, pero sobre todo vaticinando la fatalidad de su final, escribió: “Todo podrá realizarse con éxito sin mí, y mi contribución a la victoria es tomar sobre mi la mayor cantidad de sacrificio posible,” como en efecto lo realizó.
En Yucatán, donde José Martí era bien querido y admirado, no sólo por la emigración cubana que poseía un sólida organización, sino por sus lectores yucatecos a quienes cautivó con su obra literaria e incluso con su trato personal, cuando visitó Progreso y Mérida en 1877, su muerte fue sentida como un golpe terrible “… pero no tardaron en darse cuenta de que el Apóstol…dejaba la Revolución en marcha…”, según las revelaciones de un testigo de época en cuya infancia conoció directamente a Martí. Los periódicos de la ciudad de Mérida parecen corroborar la recepción dolorosa que produjo el fallecimiento del Apóstol Martí, puesto que el 1º de junio de 1895 confirmaron la trágica noticia de su caída en Dos Ríos el 19 de mayo de aquel año, y en lo sucesivo, la prensa dio seguimiento a la solicitud del cadáver que hizo su viuda Carmen Zayas Bazán a los militares españoles causantes de esta desgracia, y a la incorporación del hijo de Martí a la contienda bélica con sólo 18 años.
Un año después, la noche del 19 de mayo de 1896, en el hogar don Antonio Menéndez de la Peña del Puerto de Progreso, tuvo lugar el primer acto efectuado en Yucatán para evocar la memoria de José Martí. En aquella inolvidable ocasión, tomaron parte como oradores los hermanos Antonio y Rodolfo Menéndez y Eduardo Urzaiz Rodríguez, consiguiendo reunir a la mayoría de los cubanos desterrados en Yucatán, en torno al pensamiento del Mártir de Dos Ríos. Aquella ceremonia continúo realizándose año con año, hasta que después de 1902 algunos emigrados introdujeron la idea de festejar el día 20 de mayo y no la caída del Apóstol en Combate, ciñéndose a recordarlo el día 28 de enero con homenajes por su natalicio.
Por estas razones, me ha parecido acertada la iniciativa tomada por la Asociación de Cubanos Residentes en Yucatán de reactivar esta ceremonia, cuyo antecedente inmediato es la realización que hace pocos años impulsó, con el mismo fin, el Comité de Solidaridad con Cuba Dr. Ernesto Guevara, presidido por la amiga Layda Rodríguez. “Unir es crear”, escribió Martí en 1881, tarea que sin duda derivará de esta actividad, tendiente a fortalecer la nacionalidad cubana desde el exterior, y contribuir al desarrollo cultural de Yucatán. Bienvenida sea esta evocación por la unidad de Cuba y Yucatán.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Son las fotos de las que te hablé.