martes, 23 de agosto de 2011

Palabra alusivas


Ofrenda a José Martí


Por Carlos E. Bojórquez Urzaiz[1].



Los estudiosos de la obra y pensamiento de José Martí en México, y seguramente nuestros colegas cubanos también, elogiamos la decisión de los legisladores de Cuba y México de anticiparse con su hermosa ofrenda floral a las jornadas que cada 19 de mayo dedicamos en Mérida a la memoria de la caída en combate del Apóstol cubano, frente a este hermoso busto erigido por el Comité Pro Centenario de José Martí en el año de 1953, cuya directiva encabezó el médico guanabacoense Eduardo Urzaiz Rodríguez. Aplaudimos su ofrenda, además, porque en el ideario martiano la noción de unidad y cooperación que ahora se impulsa a partir del trabajo interparlamentario, Martí la describió en breves párrafos cuando aseveraba que:

·…El mundo no es una serie de actos, separados por catástrofes, sino un acto inmenso elaborado por una incesante obra de unión”

        Ponderamos entonces que la búsqueda de los factores que respalden la unión entre Cuba y México tenga lugar en esta ciudad, porque el propio Martí elogió su calor humano en ocasión de los funerales del poeta Alfredo Torroella en Guanabacoa, hacia 1878, escribiendo, que “Mérida es tierra de los ojos negros y jazmines blancos; (y) echa al mar playas de palmas para recibir a sus hermanos…” Y porque aquellos hermanos de Martí acogidos con cariño familiar, no eran otros que los Menéndez de la Peña, los Betancourt, los Recio, los Loret de Mola y tantísimos emigrados que en Yucatán se agruparon en clubes patrióticos y se integraron a la base social del Partido Revolucionario Cubano, fundado por Martí en marzo de 1892, para la independencia de su país. Estos mismos hermanos de Martí, fueron quienes se negaron a ratificar la validez de la Enmienda Platt, o a regresar a La Habana en 1902 por cuanto la república recién instaurada respondía poco, según argumentaron, al pensamiento republicano de Martí; y pasados unos años se sumaron a las gestas de la Revolución mexicana, a la que sirvieron cada cual desde la dignidad de su trinchera. Sus huellas imborrables están presentes en la educación pública de nuestro Estado, en la medicina y el periodismo, en el deporte y las artes, pero sobre todo en la inclinación perenne hacia conocimiento de la vida y obra de José Martí.
        Se escogió bien a Mérida para estos trabajos interparlamentarios, no sólo porque es la Ciudad de la Paz, lo que sin duda propicia el clima de concordia que en estos casos resulta indispensable, sino por la existencia de lazos de admiración y respeto que de antiguo se han cultivado entre cubanos y yucatecos, hasta el punto de haber integrado una suerte de patrimonio binacional, como la trova o algunos guisos locales, sin que nadie reclame derechos de origen. Todo es de todos, son como vasos comunicantes de una misma brisa que circunda nuestros mares.

        Quienes integraron el Comité Pro Centenario de José Martí en el año de 1953, que incluyó a varios de los patriotas avecinados en Mérida desde el siglo XIX, o a sus descendientes que conservaron vivas las tradiciones, tuvieron miradas de largo alcance al prefijar los caminos de la unidad entre Cuba y Mexico, con este busto y esta biblioteca dedicadas a Martí. Precisamente en el año 2009, cuando la UNESCO recomendó a los ministros de cultura de los países del área, reservar el día 30 de enero para la celebración del Día de la Identidad Latinoamericana y del Caribe, por haber sido la fecha en que se publicó en México el ensayo cenital de José Martí, Nuestra América; el Gobierno del Estado de Yucatán, a través del Instituto de Cultura que preside el querido amigo Renán Guillermo González, fue la primera entidad donde se celebró ese aniversario, ante la presencia de los doctores Armando Hart Dávalos, director de la Oficina del Programa Martiano de la República de Cuba y Pierre Sané, Director adjunto de la UNESCO.  No podía ser de otra manera, pues las tres estancias de José Martí en los años de 1875,1876 y 1877 fueron suficientes para que el apóstol compenetrara nuestra idiosincrasia y los yucatecos acalambran su obra poética y revolucionaria.

Al respecto, no quiero dejar pasar la ocasión sin mencionar que transcurridos unos meses, en julio de 2009, el admiradísimo poeta Cintio Vitier, a quien el doctor Ricardo Alarcón designó el apóstol del apóstol,” nos recomendó abrir todas las puertas del pensamiento en Yucatán, en enero de 2011, con motivo de los 120 años de la publicación de Nuestra América. Muchos de nosotros asistimos a las actividades previstas para enero de este año, aunque el gran Cintio Vitier falleció el 1º de octubre de 2009, dejando un vacio imposible de llenar no sólo en la poesía y los estudios martianos, sino en el ámbito del amor que profesaba por sus semejantes. Pero las semillas de la unidad y la concordia entre Cuba y México, como era de esperarse, en Yucatán florecen día tras día. Gracias legisladores de Cuba y México: que el ideario de José Martí inspire sus acuerdos con el mismo arrojo de armonía que los yucatecos y los cubanos hemos tejido nuestros afectos a lo largo de los años. Recuérdese que el propio Martí encarnó la armonía que existe entre nuestros pueblo, cuando escribió: “si yo no fuera cubano, quisiera ser mexicano.” Muchas gracias.

[1] .- Palabras leídas como orador invitado en la ofrenda flora al busto de José Martí en el Parque de las Américas, depositada por de los legisladores cubanos y mexicanos que toman parte en la a XII Reunión Interparlamentaria México Cuba.

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