domingo, 17 de octubre de 2010

El Salvador

Para ahuyentar espantos.





1

Como huellas radiantes, brilla el maíz en manos de los saben que en ellas germina sin más abono que la fragancia nacida en Chalatenango. Con el orden de los frutos nuevos, su aumento alucinante y las calabazas rodeando su risita solariega, procuro aquietar el recuerdo de las veredas que me afligen por los campesinos liquidados en El Mozote y sus rincones colindantes. No sé bien si fue en diciembre o en enero, pero en octubre se me revelan los paliacates de manera inmensa, y Pulgarcito crece distante con el sudor de los desplazados, que sin embargo evocan a Rubén Darío, aunque haya nacido en Nicaragua.



2



Con un rayo se mantendrá la fisura que te invade la barbilla, la porción exacta de tu rostro, el jarabe de las voces, que sin ser su causa ni la mía, apunta los recuerdos que esperan una nueva madrugada. Las manecillas serán el mismo sol, pero su luz alumbrará diferente

3

Me figuro que esta canción retuvo su más dulce armonía en las flores que cierran la laguna de Coatepeque, donde remojé el cansancio rumbo a Guatemala. El silencio que vino luego, es sólo parte del orfeón. 


4


Los más entusiastas queman las antorchas cada vez que pronuncian su credo, los que menos, apenas gesticulan cuando hablan.

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